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La Evolución del traje de flamenca
Asociación de diseñadores empresarios de moda y artesanía flamenca de Andalucía
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El denominado traje de flamenca, de sevillana o de gitana, nace a mediados del siglo XIX, siendo en su origen un atuendo con reminiscencias del vestido de maja del siglo XVIII, popularizado por Francisco de Goya en sus retratos y cartones para tapices. El atuendo que usaban las gitanas y campesinas para acudir a la feria era cómodo y ligero para poder realizar las tareas y acomodarse a los largos viajes de su vida nómada, así como para ejecutar los bailes y danzas que desde un principio acompañaron a estos festejos.
La consolidación del traje de flamenca tuvo lugar entre 1870 y 1909, periodo durante el cual el traje de maja evolucionó hacia el de flamenca con los volantes que han llegado a la actualidad y que constituyen una de sus señas de identidad más representativas. Fueron las señoras de la burguesía las que, fascinadas por la belleza y la gracia de este singular atuendo, empezaron a encargar sus propios vestidos para acudir al Real, que cada vez se postulaba más como un festejo popular. La Exposición Iberoamericana, celebrada Sevilla entre 1929 y 1930, marcó un punto de inflexión en cuanto a la incorporación de este vestido por las clases altas.
El traje de gitana es, sin duda, el único traje regional que se adapta a los cambios de la moda, yendo de la mano de las tendencias más actuales e innovadoras tanto en su patronaje, tejidos, colores y adornos como en diseño. Esta misma transformación se extiende igualmente a los complementos, ya sean collares, pendientes, peinecillos, flores, mantones o mantoncillos. Los tejidos utilizados en las primeras épocas eran naturales, diferenciándose claramente según el estatus social. Los más comunes entre las clases populares o medias eran algodones, cretonas o batistas, adornados con algunos encajes y pasacintas, mientras que las clases acomodadas vestían organzas, linos, terciopelos y sedas engarzados de ricos encajes y adornos.
En esta muestra podemos apreciar las sucesivas e interesantes transformaciones del traje de flamenca a lo largo de más de siglo y medio, siendo el diseño su característica principal. Un diseño que empieza por los distintos tipos de mangas, la largura del talle y, sobre todo, por el tamaño y cantidad de volantes, así como el estampado de telas, desde los lunares a las flores hasta los dibujos psicodélicos de los años 70. Los diferentes tejidos y adornos también se han ido adaptando a las modas, desde los popelines de los 80-90 a los crespones de los 90-2000, pasando por las carruchas, lazos, cordoncillos, encajes o pasacintas.
En los complementos, las calidades han sido diversas según las épocas. El tránsito marítimo entre Asia y América a lo largo del siglo XIX trajo consigo el comercio de materiales exóticos tales como el carey, el coral, el nácar y las perlas, haciendo posible que la joyería dispusiera de estos bellos materiales y los adaptara a la estética isabelina.
Posteriormente, a principios del siglo XX, el uso del celuloide y el plástico para fabricar la base de los peinecillos, peinetas y
adornos se extendió por su menor coste y por la escasez de materiales naturales como el carey, que en la actualidad está prohibido. Desde mediados del siglo XX a nuestros días los materiales más utilizados son el cristal, metacrilato, plásticos, esmaltes, metal cincelado, algodón encerado o piedras naturales. Actualmente los diseñadores de complementos apuestan
decididamente por la calidad y el diseño acordes con las tendencias del momento.
Un capítulo aparte son los mantones de Manila, que desde el siglo XIX formaban parte de la indumentaria femenina como prenda cotidiana. Si bien las grandes piezas bordadas solo estaban al alcance de las señoras más pudientes, el mantoncillo de talle pronto se utilizó como alternativa más popular al mantón de grandes dimensiones, de forma que pasó a ser de uso cotidiano por su comodidad y ligereza. Y esto mismo hizo que fuese un complemento habitual durante décadas del traje de flamenca.
Con la llegada de los años 60 el traje sufrió un cambio radical en cuanto a diseño y adornos, suprimiéndose totalmente el mantoncillo detalle por flecos cosidos directamente al cuello del traje. Dicho mantoncillo se volvería a retomar entre los años 70 y 90 con un formato liso sin bordar y con flecos largos. En la actualidad se ha vuelto a poner de moda el mantoncillo bordado en toda su plenitud, volviéndose a usar piezas antiguas y también mantones de Manila para las noches de feria.
Otros elementos que encontramos en la muestra expositiva son las castañuelas y los sombreros, que, aunque no forman parte intrínseca del traje en sí, están presentes en los bailes populares.
El sombrero calañés y el cordobés han acompañado, fundamentalmente para los espectáculos flamencos, al vestido de gitana y a los trajes de corto o de amazona, tan populares durante el paseo de caballos del real de la Feria de Abril.
Esta exposición retrospectiva sobre la evolución del traje de flamenca ha sido realizada tras un minucioso y pormenorizado estudio de la documentación fotográfica y pictórica que ha aportado cada época por la asociación de empresarios y artesanos de la moda flamenca MOF&ART.
Con la colaboración de
TRAJES DE FLAMENCA
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ANGELA Y ADELA
CARMEN ACEDO
DISEÑO HNAS SERRANO
FLAMENCA POL NUÑEZ
MA CARMEN CRUZ
MARICRUZ & MONTECARLO
MELISA LOZANO
PILAR VERA
PITUSA GASUL
SARA DE BENITEZ
​
CASTAÑUELAS
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CASTAÑUELAS FILINGRANA
​
FOTOGRAFIA
​
GRAPHICNATURAL
​
MODELOS
​
GALA BERRAL
GLORIA CAMACHO
ALICIA SEVILLA
​
CARTEL Y PRODUCCIÓN WEB
​
ISABEL LOBO REVUELTA
COMPLEMENTOS
​
ARTESANIA CARVAJAL
CHOCOLATE
MORLOTE ALTA BISUTERIA
TRINITRAN
​
MANTONES Y MANTILLAS
​
ANGELES ESPINAR
SOMBREROS
ANTONIO GARCIA
​
MAQUILLAJE
​
ANTONIO MORLOTE
​
PELUQUERIA
​
SERAFÍN LUCAS
​
DIRECCIÓN DE ARTE
​
PEDRO GONZÁLEZ
ESPECIAL AGRADECIMIENTO A
​
JUSTO SALAO
​
TONI BENÍTEZ
​
AYUNTAMIENTO DE SEVILLA